Quiero contarte de cómo tiritan las estrellas azules en la inmensidad del firmamento y de cómo se vuelven eco en aquella oscura bóveda mis rezos a nuestro Señor pidiendo por tu bien.
Si supieras cuánto daría por ser la persona que me hace falta ser para ti. Qué no daría por ser quien cuide de tus sueños con bebidas calientes y vigile tus pasos con zapatos chatos.
Amenos y tristes momentos pasarás en este nuestro mundo pero no dudes que te acompañaré en cada uno de ellos. En mi ausencia temporal piensa en lo mucho que me esfuerzo por darte lo mejor y mil veces más de lo que yo tuve. Yo en mis viajes pensaré en lo hermoso y rápido que creces, en la fuerza que adquieres cada día, en los rompecabezas a medio armar y en los carros volteados techo abajo tomando su siesta.
Quiero confiarte que eres la luz de mis ojos; antes de ti mi muelle estaba perdido y no escuchaba voz alguna que me permitiera anclar.
Aunque la mar esté agitada, aunque los tormentosos miedos afloren en el alma, serena y siempre a tu lado permaneceré.
Porque has venido de mares celestiales a cantarme una canción de inocencia y esperanza.
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