viernes, 13 de abril de 2012

A Julian

Quiero contarte de cómo tiritan las estrellas azules en la inmensidad del firmamento y de cómo se vuelven eco en aquella oscura bóveda mis rezos a nuestro Señor pidiendo por tu bien.
Si supieras cuánto daría por ser la persona que me hace falta ser para ti. Qué no daría por ser quien cuide de tus sueños con bebidas calientes y vigile tus pasos con zapatos chatos.
Amenos y tristes momentos pasarás en este nuestro mundo pero no dudes que te acompañaré en cada uno de ellos. En mi ausencia temporal piensa en lo mucho que me esfuerzo por darte lo mejor y mil veces más de lo que yo tuve. Yo en mis viajes pensaré en lo hermoso y rápido que creces, en la fuerza que adquieres cada día, en los rompecabezas a medio armar y en los carros volteados techo abajo tomando su siesta.
Quiero confiarte que eres la luz de mis ojos; antes de ti mi muelle estaba perdido y no escuchaba voz alguna que me permitiera anclar.
Aunque la mar esté agitada, aunque los tormentosos miedos afloren en el alma, serena y siempre a tu lado permaneceré.
Porque has venido de mares celestiales a cantarme una canción de inocencia y esperanza.

viernes, 9 de marzo de 2012


LA LITERATURA Y EL HOMBRE


De todas las expresiones artísticas habidas y por haber, es, acaso, la Literatura, el arte bello de la palabra, la más contemplativa y majestuosa que pudiera existir. Nació hace miles y miles de años, como invención mayor del lenguaje, una vez que este ya se hubo enquistado en nuestros antepasados, quienes derribando las barreras de la realidad, no siempre satisfactoria, trascendieron de ellas para forjar mediante historias llenas de fantasía y encanto un mundo de ficciones paralelo al real, y que no ha podido abandonarnos desde entonces. En sus diversas manifestaciones (poesía, narrativa, teatro, ensayo), la literatura se ha mantenido firme a través de tiempo, siendo un espejo del mismo, desde el cual generaciones posteriores pudieron ver reflejadas las más profundas emociones humanas, las cuales trascienden de forma increíble los linderos del tiempo y el espacio. Es, pues, la conexión tan íntima con el hombre, la que hace de la literatura un acto perdurable.

Al respecto, Carla Ramírez Brunetti, destacada investigadora costarricense en área de Humanidades, en su libro “Use el lápiz y sea feliz”, definió el acto de creación literaria como una catarsis, que le permite a nuestros fantasmas, esos que nos habitan y nos asustan, salir para siempre. La literatura, el acto de creación mediante la palabra, se presenta así como una suerte de salvación espiritual que calma las inquietudes humanas y concientiza las mentes; las más hermosas composiciones literarias han surgido precisamente de aquellos estados subjetivos donde la pena, la alegría, el amor, el desamor, como cualidades casi inherentes al hombre, han sido liberadas en las ficciones.

Por otro lado, se enarbola como la mayor arma de insurrección contra las limitaciones de la vida y los poderes externos que se ejercen sobre ella; en esta línea encontramos a grandes pensadores de talla universal, como Jean Paul Sartre, quien fue un férreo defensor de la literatura como compromiso, en un texto suyo muy recordado, “¿Qué es la Literatura?”, el intelectual francés señaló que el escritor ‘comprometido’ sabe que la palabra es acción: sabe que revelar es cambiar y que no se puede revelar más que si se proyecta hacer un cambio. En la misma dirección, pero con un giro menso radical y libre de tintes ideológicos, nuestro Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, señaló en su discurso de honor “Elogio a la lectura y la ficción” que gracias a las ficciones los seres humanos podemos darnos cuenta del valor de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que ésta se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión.

Sin embargo, será quizás la mayor rebelión que suscita la literatura, aquella que se levanta contra el más grande e inminente destino del hombre: La muerte. La trascendencia que adquiere este aspecto contestatario de la Literatura ante la efímera duración de la vida, se percibe mejor en la premisa latina “Scripta maner verba volat”, la misma que usó Jorge Luis Borges en una conferencia dictada en la Universidad de Belgrano en 1974, para ilustrarnos el hecho de que, mientras la palabra oral se evidencia como una realidad efímera (liviana), la palabra escrita (o muerta) logra perdurar a través de los años e inmortalizar de esa forma al artífice del acto literario.

Personalmente, siempre me he maravillado por la facultad omnipotente que posee la Literatura para cambiar la vida de las personas. Tengo diecinueve años, estudio Derecho en la universidad más emblemática del país, no obstante, mi verdadera y única aspiración siempre ha sido y será la Literatura, aún cuando la ejerza anónimamente, en la soledad de mi habitación, en complicidad con mi diario de hojas roídas por el tiempo. La literatura me ha ayudado a ver el futuro con mayor expectativa y confianza; me ha prodigado felicidad, amistad, amor. Tengo, pues, una infinidad de motivos para expresarles mi profundo amor, respeto y compromiso por el bello arte de la palabra, así como para exhortarles a que cojan un libro y se dejen maravillar por la fantástica experiencia que significa el leer, sumergirse en el fantástico mundo de la literatura, ese silencioso oficio que me permite a mí, a ti, a todos los seres humanos, soñar mientras estamos despiertos y sentir que la vida es una aventura diaria, un cuento que, mediante la ficción, no encontrará un final jamás.

domingo, 4 de marzo de 2012

Por ti

En el pisar del rocío
te siento
En las hambrientas noches
como estas
para llenar nuestro espíritu
nada más bello que el clamor de tu gente
nada más humano que el proyecto de algo nuevo
y oscuro
Provócame, tú,
a nadar sin miedo
en la inmensidad del gris océano
de sus lágrimas
a percibir sin más el prístino sentido,
el primario de los sentimientos

Y álzame en vuelo feniano cada mañana
al abrir los ojos y descanzar las armas.

sábado, 3 de marzo de 2012

Amado Nervo: El poeta que no debe ser olvidado


Amado Nervo fue un escritor y poeta mexicano conocido parcamente en nuestro país. Nació en 1870 en una provincia azteca y murió en 1919 en un país ajeno y alejado del suyo. Su existencia se prolongó cuarenta y nueve años, edad de finamiento igual a la de Rubén Darío, con quien sostuvo (según el crítico Sánchez Mejía) una entrañable amistad. Justamente con el afamado poeta guatemalteco formó parte de la primera gran corriente literaria y estética surgida en nuestro continente, independiente al fin del arraigo formal e intelectual que la España colonizadora legó como vestigio de subordinación.

Nervo fue en su momento un pulcro y reconocido intelectual mesoamericano, su obra trascendió hasta el ojo crítico de Juan Ramón Jiménez, en una España recelosa del invasor y foráneo genio americano que amenazaba aportar en la línea creativa (de considerable tendencia europea) un hilo de elementos inéditos, propios y sobre todo riquísimos. Pero el brillo de la crin modernista se vio opacada por la vorágine de un contexto histórico complicado, que inspiró un sentimiento universal de inconformismo y solidaridad mutua que trascendió en la pluma (materialmente más tecnológica) iconoclasta de los vanguardistas, no americanos, no europeos, sino cosmopolitas. La generación de Nervo fue eclipsada por la necesidad del tiempo y la novedad que siempre atrae al hombre contemporáneo; sin embargo, la revaloración crítica al aporte y el valor subjetivo (entiéndase referido al sujeto creativo) que representó el Modernismo para América frente al mundo, logró vencer la fuerza de una historia incesante y evolutiva, después de todo, gracias a los señeros precedentes, esto aun cuando no se ha logrado desempolvar del todo el baúl de contribuciones literarias de importantes creadores como Nervo.

Mi aproximación con este escritor (perdone usted, lector, la intromisión de este lado anecdotico) se presentó hace unos siete años (recité un poema suyo en un concurso escolar de declamación, en el cual obtuve el primer lugar) y se vio notoriamente reforzada por el gran aprecio que tuvo mi abuelo Alberto “Peñita” a su obra, aprecio que supo cultivar en mí. La noche del día en que falleció mi abuelo, cogí arbitrariamente el libro de antología poética del poeta mexicano; por una confabulación del destino, al abrirlo al azar me topé con el poema “El silencio”, cuyo mensaje resumió certeramente las muchas ideas que en aquel momento surcaban mi cavilar… Aquel mismo poema acompaña hoy el lecho mortuorio del anciano difunto, pude entregarle a tiempo el último signo de ese querer y esa admiración ocultos en nuestras conversaciones que nutrieron los años precedentes a la inmortal ausencia. Acaso él pueda, quebrantando mis principios racionales, leer en las noches inacabables el poema del escritor que acompañó esas silenciosas tardes de reflexión que pocos pudimos respetuosamente contemplar.


EL SILENCIO

Después de unas cuantas voces

de amor de dolor, de miedo,

que lanzamos en la vida,

nos reconquista el Silencio.

¡El gran silencio, que fue

antes de los vanos ecos

de este mundo, y que será

cuando cesen todos ellos!

¡Un Silencio sin fronteras

más que inmóvil, más que muerto,

definitivo reposo,

en cuyo inmutable seno

ya no se desgranará

el collar de los momentos

ilusorios y fugaces,

porque ya no habrá más Tiempo!

¡Descanso de la Energía,

que en sí misma recogiendo

su vibración creadora,

reabsorberá el universo!

Amado Nervo (1870-1919)




(Arriba) Luis Alberto Sánchez, connotado crítico literario del siglo XX también se refirió a la figura de este importante poeta que hoy injustamente es recordado por pocos.



(Abajo) El siguiente es un poema que Nervo escribió como evocación a su difunta amada Ana Cecilia Dailliez. La profundidad de esta composición lírica me recordó los poemas que Edgar Allan Poe escribió tras la muerte de su esposa Virginia Clemm.


sábado, 25 de febrero de 2012

Ribeyro, la voz del mudo

Cuando se habla de Julio Ramón Ribeyro son dos espacios de su vida que producen gran admiración para quien este dispuesto a conocerlos a profundidad: Julio Ramón Ribeyro, el cuentista, Julio Ramón Ribeyro, el hombre.
Julio Ramón Ribeyro Zuñiga nace el 31 de agosto de 1929 en Lima e ingresa a la Pontificie Universidad Católica del Perú para seguir la carrera de Derecho en 1946. En sus años universitarios y a partir de 1949 publica cuentos, entre ellos “la encrucijada”, en revistas y suplementos culturales como El Dominical de El Comercio. Ya en abril de 1950 el futuro premio Juan Rulfo sentía un desapego por la carrera de Derecho y se veía cada vez más inclinado por el mundo de la literatura, hecho que se ve reflejado en la recolección de sus diarios personales “La Tentación del Fracaso” que posteriormente publicaría en 1987 . Los pensamientos más vagos e introspectivos así como los acontecimientos trascendentales de su vida están presentes en dicha obra, incluso su afición por el cuento, el género literario que lo definiría como escritor es mencionado en el siguiente pasaje “yo veo y siento la realidad en forma de cuento y sólo puedo expresarme de esa forma”. A pesar de ello, las obligaciones con la que se suponía sería su profesión le forzaban en muchas ocasiones a desentenderse de la actividad literaria y decide, como muchos de sus personajes, dejarle su suerte al destino esperando pacientemente con un cigarro en la mano una oportunidad que le permitiera hallar la solución a su propia encrucijada.

jueves, 23 de febrero de 2012

Manuel Scorza Torre: ¿Literatura marginada?

Sin duda, la vida de este dignisimo escritor se compara tanto a su obra, pudiendo plasmarla y llenarla de sus ideales, sus pensamientos mas profundos de la agobiantge realidadmque durantebsu vida en la sierra central peruana impregnaron para siempre.
Sin embargo, fue dentro de estas viscisitudes terrenales donde el poeta, como un gran "mago" encontro la verdadera belleza que abordaron principalmente sus obras; y convierte el dolor, la miseria y el hambre en artifices de una nueva esperanza de cambio. En luminosas luciernagas que nos guian los caminos frondosos.

martes, 21 de febrero de 2012

Luis Loayza: La narrativa peruana en su cénit


Es casi siempre necesaria una referencia a nuestro único Premio Nobel (que es por el que casi todos le conocen, presumiblemente) y la revista Literatura editada en años de mocedad universitaria, para dar cuenta del eterno borgiano de Petit Thouars. Escribir de este conspicuo prosista es un necesario acto de justicia. ¿Es qué acaso conocías mención alguna sobre Luis Loayza, tú, joven lector, salvo por las hasta cierto punto vagas referencias de la biografía de Mario Vargas Llosa?

El genio en cuestión perteneció a la Generación del 50, aquella pléyade de  hombres donde poetas cuyo ideal incesante de justicia y libertad fáctica, se sumó a su intensa avidez de naturaleza revolucionaria; lograron forjarse como los baluartes de un movimiento dónde predominó el compromiso social sobre la  los valores estéticos en el diseño de una ficción. Su resultado fue la concretización de una admirable escuela que estuvo a la altura de una corriente Hispanoamericana capital; de la que diríamos, sin un ápice de vacilación, ha sido de lo mejor que nos ha otorgado el arte ecuménico. En el caso de la narrativa, la búsqueda de la identidad en la Urbe, dado el incremento de migrantes y pueblos jóvenes, y la aparición de aquel personaje predilecto por los cuentistas de esta corriente: el ser marginado, una secuela del movimiento realista decimonónico que fue el cimento de los las grandes proezas literarias del siglo XX. Sus temas contenían una fuerte influencia del existencialismo de Sartre y Camus, del primero esencialmente sus bríos de rebeldía materialista; además de las técnicas utilizadas por egregios autores occidentales tales como Joyce o Faulkner, como complemento perfecto para aquello que osaban representar.

domingo, 12 de febrero de 2012

De Lima a París, y viceversa

Por Manuel Vera

Sebastián Salazar Bondy no se limitó a sus escritos. El inmenso cariño que expresaron los cientos de miles de peruanos cuando le lloraron el día de su entierro se debió a su continuo contacto con la sociedad. Más que dramaturgo, poeta, periodista, ensayista, descontento de la realidad de sus contemporáneos, decidió crear no solo literatura sino también contribuir al enriquecimiento y difusión de esta. Quiso traer París a Lima en un contexto donde Lima se dirigía a París. 

BLANCA VARELA: POETA ETERNA

Por: Victoria Solís
(Ensayo también disponible en PDF)

A pocos meses de cumplirse tres años de su mortal partida, Blanca Varela sigue presente en el panorama intelectual de nuestro país, perennizada por su formidable obra poética, la cual continúa trascendiendo fronteras maravillando a gran cantidad de lectores, sirviendo como baluarte e inspiración a las nuevas generaciones de jóvenes poetas y siendo objeto de numerosos estudios literarios que buscan profundizar en el análisis de una de las voces más importantes de la poesía hispanoamericana de los últimos tiempos. He aquí una mirada a su vida y obra.



jueves, 19 de enero de 2012

Efemérides (19/01) : ¿qué pasó un día como hoy en nuestro mundo literario?

Javier Heraud Pérez 
Nació en la ciudad de Lima, Perú, el 19 de enero de 1942. Hijo de Jorge Heraud Cricet y Victoria Pérez Tellería, fue el tercero de seis hermanos.

En 1947 ingresó al Colegio de Los Sagrados Corazones de Belén y en 1948 se incorporó al primer año de primaria en el Colegio Markham, donde cursó toda su instrucción escolar. Al concluir sus estudios recibió el Segundo Premio de su promoción y el Primer Premio de Literatura. Se destacó además en competencias deportivas, en las que obtuvo diversos trofeos. Colaboró en la revista del Colegio con artículos y poemas.

En 1958 ingresó con el primer puesto a la Facultad de Letras de la Universidad Católica del Perú. Ese mismo año ocupó la plaza de profesor en el Instituto Industrial Nº 24, donde dictó cursos de castellano e inglés. En 1960 le nombraron Profesor de Inglés en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe.


lunes, 16 de enero de 2012

Cómo se hace un escritor, por Stephen Vizinczey

Tolstói estableció una comparación muy profunda entre el arte y la comida: la gente que piensa que lo más importante de la comida es el placer que nos proporciona y la exquisitez de su elaboración no entiende que la verdadera función de la comida es nutrirnos. Lo mismo puede decirse del arte. Su función principal es cultivar nuestra conciencia, nuestra alma, hacernos conscientes de que formamos parte de la raza humana, de que no estamos solos. Sin embargo, los escritores jóvenes de hoy lo tienen difícil, porque la idea más popular entre la gente es que el arte sirve para entretener, es un espectáculo.

Yo tuve la suerte de nacer en Hungría, donde el arte se consideraba un alimento espiritual. A pesar de todas las tiranías que sufrimos, encontrábamos la libertad en el arte y la poesía. El poeta siempre hablaba de sí mismo y era el tribuno del pueblo: la voz que pronunciaba las cosas que el dictador de turno no quería oír. Los poetas que yo admiraba eran personas que hablaban en nombre del pueblo, de la nación, porque nosotros no teníamos ni democracia, ni un parlamento libre, ni libertad de prensa. Grandes poetas húngaros fueron asesinados, otros tantos se murieron de hambre, otros se suicidaron, pero dejaron un legado que a los diez u once años me permitió sentirme orgulloso de mí mismo como parte de la humanidad. Gracias a ese legado supe que no estaba solo.

Lo más importante del arte, de cualquier arte, aunque yo realmente solo puedo hablar del arte de la literatura, es pues que gracias a ella aprendemos dos cosas importantísimas: que no estamos solos y que podemos comunicarnos. Tolstói afirmó que la gente que no es consciente de su historia, que desconoce lo que ocurrió antes de que ellos nacieran, son salvajes. La literatura establece un vínculo entre el sujeto y la humanidad. La tiranía bajo la que yo vivía en Hungría me enseñó estas cosas.